Page 542 - San martín del Rey Aurelio
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con Mundiales de Fútbol. Concretamente, el del año 1966 se jugó
            en Inglaterra y el Bar Rubio se convirtió entonces en el inevitable
            punto de encuentro para las hordas futboleras, ya fuesen talludos
            mineros, jovenzuelos irredentos que hacían sus pinitos jugando al
            pelotu en el prau de les mules o en el tercero, mientras que los más
            pequeños que solían conformarse con cambiar cromos de Sanchís,
            Iribar, Luis Suárez, Amancio o el gran Zapatones, apodo con el que
            era conocido Luis Aragonés. Eran imágenes en blanco y negro, claro,
            y la oscuridad de la sala de cine daba paso al jolgorio vocinglero del
            chigre en estado puro, pero daba igual, la magia potagia tenía ya
            completamente aducidos a los recién estrenados teleespectadores.
            A partir de entonces, asegurar que la señal de televisión llegaría has-
            ta cualquier lugar del valle por recóndito que éste fuese pasó a ser
            una de las cuestiones que contaron con más apoyos.

            Así las cosas, el intento de preservar las realidades heredadas del
            pasado sin rechazar el cambio que traían los nuevos tiempos se hizo
            una vez más evidente. De alguna manera, y salvado las distancias,
            fue el primer paso hacia la era de lo glocal, que diría el escritor y
            periodista Juan Cueto (8).

            La Pequeña Rusia
            Les hablaba al principio de fotografía e historia, de la imaginación,
            de ese juego en el que se entrecruzan realidades y manipulaciones.
            También de rebeldías. Y, ciertamente, La Güeria es un buen escena-
            rio para investigar en ese campo.

            Las luchas obreras de finales del siglo XIX y comienzos del XX fueron
            dibujando un mapa hasta entonces desconocido en el que hechos
            tan notables como la primera Guerra Mundial, la revolución Rusa de
            octubre de 1917, la llegada de la República española en 1931, la insu-
            rección de Asturias en 1934, la posterior victoria electoral del Frente
            Popular, la Guerra de España tras el fallido intento de golpe de esta-
            do fascista de 1936, o la derrota republicana y la dura posguerra que
            la siguió, marcaron durante decenios la vida de los güeriatos, al igual
            que la de millones de españoles. En este pequeño valle arraigaron
            muy pronto y con gran fuerza las ideas de izquierdas, sobre todo
            socialistas, y gran parte de sus vecinos se comprometieron y hasta








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