Page 405 - San martín del Rey Aurelio
P. 405
lo ha sido San Martín del Rey Aurelio, durante muchos años el concejo
más minero de Asturias. También en el caso del periodismo hay que
dar la razón a “¡Viva la xente minera!” cuando proclama que todo sale
de la mina.
Si la pléyade de profesionales de la información surgidos de este con-
cejo busca un referente histórico, difícilmente se podrán poner ob-
jeciones a que lo encarna Ovidio Gondi. Fue en su región natal un
periodista destacado, tan brillante como popular y, cuando la guerra
civil lo aventó al exilio supo abrirse camino en otros países, donde se
reconoció su valía con puestos de gran relevancia. Si hay evidencias
sobradas de que nunca olvidó a su tierra natal, se corre hoy el peligro
de que, para los herederos de los suyos, su figura se difumine en las
brumas del pasado hasta hacerse invisible. Tratar de evitarlo equivale
a intentar saldar la deuda que tenemos con él.
Nacido en El Entrego.
Ovidio González Díaz nació el 28 de noviembre de 1908 en El Entrego,
cuando este pueblo, el mayor núcleo de población de San Martín del
Rey Aurelio, ya se llamaba así, aunque, para confusión de historiado-
res y cronistas tal nombre coexistía con otros como La Oscura, La
Laguna, La Vega o el fementido Ciaño-Santa Ana, inventado por la
compañía Caminos de Hierro del Norte de España para dar nombre a
la estación término del ramal que partía de Soto de Rey. Ovidio nació
en el centro del pueblo, en una casa que ya no existe, que estaría muy
cerca del lugar que hoy ocupa la iglesia parroquial. Su padre fue Per-
fecto González Fernández, de Pumarabín, lugar cercano a El Entrego,
y su madre Teresa Díaz Sierra, una llanisca que había venido con unos
tejeros -tamargos, en su jerga, la xíriga- que instalaban temporalmen-
te su tejera en Carrocera, justo al lado de Puramabín. Ovidio asistió a
la escuela de La Cascaya, pero no culminó allí sus estudios de prima-
ria, pues cuando tenía doce o trece años su familia se trasladó a Sama
de Langreo, donde completaría su formación.
Lector, escritor, periodista.
No lo haría solo en los centros de enseñanza. Ya era un voraz lec-
tor cuando en 1926, es decir, a los 18 años, fue nombrado secretario
de la biblioteca del Ateneo Popular de Langreo, cargo en el que se
405