Page 198 - Peñamellera Alta
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mones gracias a sus aguas cristalinas. Nunca conocí a nadie con mayor destreza visual para
                 localizar salmones que a Quico Noriega, cuyos ojos eran capaces de escanear el fondo del
                 río, sin necesidad de la ayuda de las modernas gafas de cristal polarizado, para distinguir sin
                 error un salmón en las pozas, los rabiones y los descansos. Es un río que reclama al comien-
                 zo de la temporada el uso pesados devones que buscan el suelo de los pozos ó cucharillas
                 ondulantes lastradas, las preferidas en estas aguas. Lo mosca artificial se va haciendo cada
                 vez más eficaz a medida que avanza la temporada y baja el nivel y la fuerza de las corrientes
                 y tabladas en las que el lance con la “cola de rata” se convierte en el arte rey de la pesca.
                 Los peñamelleros ya poblaban las riberas del Cares y del Deva en el periodo magdalenien-
                 se, hace quince mil años, como lo demuestran las admirables manifestaciones culturales
                 de su arte pictórico en las cuevas prehistóricas de Llonín o de La Loja. Los salmones, las
                 truchas y los reos ya poblaban sus ríos y eran objeto de su caza, primero, y de su pesca,
                 en tiempos mucho más recientes, pero llegaron hasta nosotros sin necesidad de cupos y de
                 restricciones impuestas por los jefes tribales a su consumo o comercio. Hoy, en pleno “pro-
                 greso” del siglo XXI, la pesca indiscriminada con redes en el mar Cantábrico y el océano
                 Atlántico, la proliferación de los focos de contaminación de sus aguas, las obras públicas
                 y privadas y las extracciones de áridos destructoras del hábitat a lo largo de sus cuencas,
                 los obstáculos artificiales en sus cauces, el furtivismo organizado durante los estiajes y las
                 frezas, el “furtivismo” natural de las nuevas plagas de depredadores (cormoranes, garzas o
                 nutrias), la falta total de investigación sobre la biología de los salmónidos y la nula aplica-
                 ción de los avances de la piscicultura internacional en las labores de fomento y repoblación
                 de las especies, apenas despiertan el mínimo interés exigible a las autoridades competentes.
                 El único objetivo contrastable en las normativas anuales asturianas, salvo una honrosa ex-
                 cepción en 2012, es la extinción de los pescadores. Espero que no se salgan con la suya y los
                 peñamelleros puedan seguir disfrutando en el próximo milenio de las joyas de la naturaleza
                 astur que representan las poblaciones de salmónidos más meridionales de Europa, que nos
                 legaron nuestros antepasados.
































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