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LA PESCA FLUVIAL EN PEÑAMELLERA
Francisco Álvarez-Cascos
Aunque Cecilio Fernández Testón, cronista oficial de Peñamellera Alta, sostiene que no
hay claridad en la etimología del nombre del concejo “porque de la transcripción de legajos
primitivos se observa que la escritura del nombre cambia mucho y baila constantemente de
una interpretación a otra”, siempre escuché a los ribereños pronunciarse con más frecuencia
a favor de la variante derivada de la “Penna Mielera”, debida a la fama de la miel de las
Peñamelleras. Y esta suposición siempre me planteó un interrogante acerca de la razón por
la cual este concejo oriental de Asturias, que hasta el año 1.869 fue uno solo con capital en
Abándames, era en la antigüedad más famoso por sus laboriosas abejas pobladoras de sus
montes que por sus bravos salmones, reos y truchas surcadores de las aguas cristalinas de
los ríos Cares y Deva.
Tengo para mí que estos admirables peces pobladores de los ríos no alcanzaron el recono-
cimiento de nobleza hasta que el hombre civilizado no descubrió y perfeccionó el arte de la
caña en el siglo XX de la Edad Contemporánea, en tanto que la apicultura había comenzado
a desarrollarla el hombre del Neolítico o Edad de Piedra, cinco mil años antes. Es sabido
que ya en aquella era, nuestras truchas y salmones todavía no se pescaban sino que se ca-
zaban con arpones, fisgas o redes, o se capturaban con artefactos como presas, mangas y
butrones instalados en el río. Quiero decir con esta excursión por la fantasía fluvial que tal
vez hoy, si hubiera que volver a bautizar los concejos ribereños del Cares y del Deva, mu-
chos hubiéramos votado a favor del nombre de las Peñasalmoneras.
El hábitat de las truchas, reos y salmones de las Peñamelleras tiene como hecho diferencial
las aguas frías y cristalinas que nacen en las fuentes de los Macizos Oriental y Central de
los Picos de Europa y fluyen hacia el mar Cantábrico a través de las profundas gargantas
calizas que configuran los desfiladeros y los valles del Cares y Deva. Estas aguas y esta
geología únicas son las que definen las semejanzas con las del vecino río Sella que fluyen
por la vertiente más occidental de los Picos de Europa.
La pesca fluvial en el río Cares merecería otro libro como el que Alejandro Miyares escribió
sobre “La Historia de la pesca en el Sella”, patrocinado por la Fundación Hidrocantábrico,
recopilando los testimonios y el material todavía disponible en muchas casas de las riberas
de aquel gran río vecino. Sin otras fuentes de información que la tradición oral, mi genera-
ción conoció excelentes pescadores trucheros de Peñamellera Alta como Millán Martínez y
Luisito Noriega, y grandes pescadores de salmón como (por orden alfabético) Juan Antonio
Corral, Guillermo Cosío, Elías Estrada, Antonio Fernández, Sindo Fernandez (El Rubio),
Ramón García, Sebio Gutiérrez, Juan Manuel Herrero, Angel Noriega (Chelu), Arturo No-
riega, Quico Noriega, Manolo Noriega, José Antonio Sánchez (El Poli), Sindo El Largo,
Manolo Torre y Víctor Torre.
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