Page 202 - Peñamellera Alta
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riales vendrá de la mano de algunos miembros del linaje que, apartados por un motivo u
                 otro de la rama principal, lucharon por defender sus intereses personales frente a los de la
                 otrora poderosa casa de sus ancestros.
                 De este modo, en el año 1582 se producía un duro enfrentamiento entre Alonso de Escandón
                 y Pedro Sánchez de Rozagás por el derecho a ostentar el oficio de juez. Si bien este último
                 había heredado la mayor parte de los bienes de la casa de Cáraves, el de Escandón, que
                 había permanecido algunos años fuera del valle, alegaba ser también descendiente de este
                 linaje por línea de varón y, por lo tanto, tener las mismas prerrogativas que su pariente para
                 obtener la vara de justicia. Este pleito, que se repetirá de nuevo ocho años después, va a
                 ser uno de los desencadenantes directos de la pérdida del privilegio del linaje para nombrar
                 a los alcaldes del valle alto, y, como consecuencia, de la definitiva municipalización de
                 uno de los privilegios más preciados de la casa Mier. Por entonces, la asamblea o reunión
                 anual para la elección del alcalde de la colación de Plecín se había trasladado ya a Alles,
                 abandonando la vega de Dolaños u Olaño, en las cercanías del collado de la Serna, donde
                 durante mucho tiempo habían concurrido a elegir sus jueces tanto los habitantes del valle
                 alto como los del bajo.
                 Pero antes de seguir con el proceso que acabó con el dominio jurisdiccional de los Mier,
                 volvamos a Plecín para ver que estaba ocurriendo con sus antiguos derechos eclesiásticos.
                 En aquellos momentos, los titulares de la abadía, totalmente ajenos al devenir diario de los
                 habitantes del valle, se limitaban a arrendar los derechos económicos que esta producía
                 y a asignar, no sin graves altercados, los beneficios de las nuevas parroquias. En su afán
                 de mantener el control de estos emolumentos los Mier habían conseguido, gracias a una
                 provisión episcopal, que la elección del abad se realizara exclusivamente por los miembros
                 del linaje que vivían en Peñamellera Alta, pero no fue suficiente. En el año 1604, Juan de
                 Rivero Trespalacios se hizo con el curato de Alles gracias a una bula papal, omitiendo el
                 ancestral derecho de presentación de la casa de Mier y dando lugar a un largo pleito que
                 enfrentó a varios miembros de la parentela. La situación se complicó un poco más cuando,
                 en 1613, el doctor don Domingo de Mier, canónigo de Oviedo y abad de Plecín, no con-
                 siguió evitar que los legados del monarca inscribieran la abadía, ante la falta de pruebas
                 documentales, como de presentación real.
                 El linaje no aceptó una decisión injusta que, además, podía suponer la pérdida de los jugo-
                 sos beneficios eclesiásticos del valle en favor de clérigos extraños. Algunos años después,
                 en 1657, decidieron acudir al obispado de Oviedo a solicitar la extinción de la abadía. En
                 su propuesta contemplaban la aplicación de las rentas de la misma para la consolidación
                 definitiva de las parroquias del valle alto, incluyendo en esta ocasión las de Llonín, Cára-
                 ves y Trescares, dependientes hasta entonces de la de Plecín, y la de Rozagás, anexa hasta
                 ese momento a la de Ruenes. Con esta acción todas las iglesias, cuyo mantenimiento y
                 ornamentación se asignó a sus feligreses, quedaron libres del patronazgo de la casa Mier,
                 pasando a ser de presentación del obispado quien, a cambio, se comprometió a que la
                 provisión de los curatos se hiciera perpetuamente entre hijos patrimoniales del valle. De
                 esta forma, el municipio y sus habitantes adquirían, en cierta manera, el antiguo privilegio
                 eclesiástico que había ostentado durante siglos el linaje de Peñamellera.
                 Unos años antes, en 1603, varios hidalgos habían promovido en la Chancillería de Vallado-
                 lid un pleito contra el procedimiento de elección de los oficios en Peñamellera Alta.
                 Los Mier replicaron que el nombramiento de los jueces, tantos los ordinarios como los de

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