Page 197 - Peñamellera Alta
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En el Cares desempeñaron su actividad como guardarríos personas de profundo conoci-
miento del territorio, del río y de las artes de pesca, de recuerdo imborrable para los pesca-
dores que los conocimos, como Manuel Berdial, Elías Estrada, Carlos Labra, Pablo Mier,
Francisco Mier (Pancho) y Ramón Bustillo, quien me dispensó su afecto, su amistad y
su sabiduría ribereña durante toda su vida. De todos ellos aprendimos los pescadores que
frecuentábamos el Cares alguno de los misterios de las artes de la pesca de los salmones,
las truchas y los reos del río Cares, así como los secretos de sus pozos y espumeros o las
dificultades de los senderos y rincones de sus orillas.
Una parte esencial de la vida ribereña del Cares -cuando la vida ribereña era auténtica,
hasta que la normativa actual de pesca redujo a límites testimoniales la presencia misma
de los pescadores en las riberas- son las fondas, bares y hostales, sedes naturales de las ter-
tulias donde acostumbrábamos a relatar las hazañas del día quienes acudíamos a disfrutar
de una jornada de pesca. El más antiguo y tradicional era Casa Julián en Niserias, tienda,
bar y hospedaje regentado por Julián López Villegas y por su esposa Vicentina -entrañable
y estupenda cocinera- cuya fama y prestigio se fue agrandando considerablemente en la
segunda mitad del siglo XX. Además de punto de reunión de pescadores ribereños y de
posada sin par de urbanitas aficionados a la caña, Casa Julián se convirtió en alto obligado
para todo viajero, fuera o no pescador, que recorra en coche la excepcional ruta excavada en
la roca caliza de la garganta del Cares. Sus hijos Ricardo, con su esposa Rosa Domínguez
de Posada -que fue alcaldesa de Peñamellera Alta entre 2.003 y 2.015-, y Javier, junto a
su esposa Marisé Zubizarreta -heredera de las virtudes culinarias de su suegra-, siguieron
dando vida al establecimiento hostelero enclavado en un recodo paradisíaco del Cares. Otro
punto de encuentro de pescadores, también en Niserias, integrado en las edificaciones de la
minicentral hidráulica existente, es el Bar La Central que regentaba Manolo Torre y que hoy
continúa a cargo de su hija Isolina Torre y su marido Millán Martínez.
En el último tercio del siglo XX surgieron otros establecimientos vinculados a la presencia
de pescadores en el Cares, como el Hostal La Molinuca, fundado por quien fue pescador
de salmón y luego guarda muy apreciado, Elías Estrada, y su mujer, Paquita Torre, conti-
nuadora de la actividad hostelera tras el fallecimiento de su marido. Y en Trescares surgió
Casa Pancho, fundada por el también guardarríos Francisco Mier (Pancho) y Natividad
Fernández. Hoy Casa Pancho la regenta su hijo Roberto Mier.
Para la práctica de cualquier modalidad de pesca, el cauce del Cares es con frecuencia muy
estrecho y escarpado, lo que multiplica la extraordinaria fuerza de su caudal, tanto en los
pozos como en los espumeros, los rabiones y las corrientes. Sus aguas frías procedentes de
los neveros de los Picos de Europa hacen que se considere en el argot ribereño al Cares un
río tardío, porque sus salmones y sus reos remontan el curso fluvial más tarde que en otros
cauces cantábricos y porque sus hábitos alimentarios muestren más actividad en los meses
de estío, al final de cada temporada, que en los meses primaverales. Es una diferencia sus-
tancial con otros ríos salmoneros de la zona occidental de Asturias y de Galicia, y con otros
ríos de la vecina Cantabria.
Las aguas del Cares son adecuadas para el empleo de todas las artes de pesca, siempre en
función de las exigencias del nivel de las aguas y de la época de pesca. El cebo natural de
la “moruga” y la “esquila” se emplea toda la temporada, dosificando el plomo que requiere
la fuerza y la profundidad de las aguas para poder mantenerlo cerca del fondo de los pozos
y así lograr las picadas en las posturas características, en las que es frecuente divisar los sal
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