Page 354 - Laviana
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topónimos reales y las más de las veces a través de topónimos ficticios, aunque no vivas o muertas. Cuando las grandes mareas alcanzaría hasta media
por ello se pierde el clima y las referencias asturianas. legua, lamiendo las faldas de las colinas cubiertas de pinos, que a uno
y a otro lado cerraban la cuenca; en la hora del bajamar el agua se
La primera de sus obras, El señorito Octavio (1881), así como la última, Sinfonía retiraba casi por completo dejando apenas un hilo estrecho y retorcido
pastoral (1931), están ambientadas en Laviana; la primera, con el nombre supuesto, que corría por el centro”,
se desarrolla en Vegalora, un trasunto de Entralgo, y la segunda, en El Condao,
una aldea de Laviana, que aparece con su propio nombre y reflejando lugares y
personas reconocibles y reconocidas del mundo lavianés.
según nos nos dice en el cap. III; y vuelve a recordarnos la ría, páginas adelante, en
Ya vemos que entre ambas novelas median 50 años, los que don Armando dedicó esta magnífica perspectiva general recogida en el cap. IX:
casi en exclusiva a su labor narrativa. Y tanto al principio como al final de los mismos
tiene a Asturias presente. Mientras tanto ha publicado otras novelas en las que el
paisaje y las vivencias asturianas son protagonistas. “La villa se iba alejando cada vez más de nuestros viajeros ofreciendo a
sus ojos un espectáculo hermoso. Estaba asentada aquella en la misma
falda no muy elevada de una montaña guarnecida por todos lados
Los escenarios literarios de huertas frondosas y bosques de laurel y naranjo. Su blanco caserío
parecía colocado en tal sitio por una mano de artista, amigo de combinar
los recursos de la naturaleza para producir la emoción estética como
Marta y María es su segunda novela. Publicada en 1883, se desarrolla totalmente en un revistero de teatro. La blancura deslumbrante de la villa resaltaba
Nieva, trasunto literario de Avilés, y es pródiga en descripciones de la villa; ya en el sobre el verde oscuro de las montañas como un gran pedazo de nieve
primer capítulo comienza por describirnos la plaza de la Constitución —hoy Plaza de desprendido de la cúspide. La sábana argentada de la ría extendíase
España, o “El Parche”, como se la conoce popularmente en Avilés— y en capítulos a sus pies esperando inmóvil y sumisa que viniera a caer en su seno. Las
sucesivos se recrea en distintos rincones y pormenores, con una interesante mirada a suaves colinas vestidas de pinos que bordeaban las orillas y que nuestros
los muchos soportales, propios de una ciudad lluviosa y que todavía hoy se conservan viajeros iban dejando atrás, unas en pos de otras, semejaban lomos
en el centro de la villa; soportales que despiertan un interesante comentario de don erizados de animales monstruosos y fantásticos”.
Armando:
Esta y otras descripciones de Avilés —en este caso, a través del trasunto literario de
“la villa de Nieva [...] tiene soportal en casi todas sus calles de uno a otro Nieva; y en La novela de un novelista utilizando su propio topónimo y la geografía
lado, a veces a los dos. Suele ser bajo, desigual y sostenido por columnas precisa de sus calles y barrios— demuestra el amor que el novelista siempre tuvo a la
lisas y redondas de piedra, sin adorno de ningún género, muy mal villa en la que transcurrió su infancia y en la que quiso que reposaran sus restos tras
empedradas asimismo. Si todas las casas se restauraran (y no dudo que su muerte.
sucederá con el tiempo) la villa merced a ese sistema de construcción Tras Marta y María, Palacio Valdés publica José (1885), novela que ha generado
tomaría un cierto aspecto monumental que la haría digna de verse”. una fértil polémica entre los partidarios de que el topónimo ficticio Rodillero se
corresponde en la realidad con Candás o con Cudillero. Se han esgrimido razones
de todo tipo, se ha alimentado la polémica con razones y sinrazones y, a día de hoy,
Estos soportales, que aún hoy abundan en el bien conservado casco antiguo de se mantiene encendida la llama de una disputa que, a través de perfiles literarios,
Avilés, serán en La novela de un novelista el escenario habitual de muchas de mantiene vivo el localismo más acendrado. La descripción que hace de Rodillero se
aquellas incruentas, pero aguerridas, batallas infantiles que tanto peso dejaron en presta a todo tipo de lucubraciones sobre su respaldo real:
sus recuerdos y emociones personales.
Es interesante la descripción que hace de la ría:
“Figuraos que camináis por una alta meseta de la costa, pintoresca y
amena como el resto del país. Desparramados por ella vais encontrando
blancos caseríos, medio ocultos entre el follaje de los árboles, y quintas de
“No mediaría más que una legua de larga, el ancho variaba cuyas huertas cuelgan en piños sobre el camino las manzanas amarillas,
extraordinariamente, según se la viera en baja o pleamar, en mareas
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