Page 17 - Valdediós
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Fray Juan José de León Lastra




        Y hay que decirlo, a veces este modo de entender al ser humano ha penetrado en
        comunidades de institutos religiosos. Incluso en monasterios. La necesidad de
        subsistir ha obligado a monjes y monjas, a estas, sobre todo, a dedicar excesivo
        tiempo a la producción de aquello que les ayuda a vivir, y, sobre todo, a mantener
        los monasterios. Es conocido el lema benedictino ora et labora.  El peligro está
        en que la visibilidad que tiene el fruto del labora, puede llevar a postergar el ora.
        No es fácil entender bien la vocación monástica. El peligro sería que se
        entendiera bien. La vida consagrada, sea monacal o no, tiene que generar
        preguntas sobre su razón de ser. Los institutos de vida activa precisamente por
        su actividad, caritativa, educativa, asistencial… son más fácil de ser entendidos.
        Los que llamamos contemplativos, los monasterios exigen una reflexión mayor
        para ser entendidos. Una de las reglas que dictó san Agustín para un monasterio
        señala, que “lo primero para lo que han entrado en el monasterio es para tener
        una sola alma y un solo corazón en Dios”. El monasterio es un ecosistema, que
        tiene razón porque purifica el ambiente humano. La selva amazónica no tiene
        valor por la madera que puede ofrecer al ser explotada económicamente, sino
        por ser pulmón de la humanidad. Es un ecosistema que purifica ese aire que
        necesitamos para vivir.

        Pasemos  del  orden  puramente  fisiológico  a  otro  tan  humano  como  el  de
        encontrar sentido al vivir, a la búsqueda de cómo desarrollar lo más elevado
        y  definitorio  de  nuestro  ser,  más  allá  de  nuestra  capacidad  de  producción;
        nos encontraremos con las preguntas y esbozos de respuestas que ofrece un
        monasterio. Un monasterio es un oasis espiritual, en el sentido amplio de la
        espiritualidad, más allá de lo religioso: lo que se refiere a lo hondo y verdadero de
        lo que somos. Su excepcionalidad, o su rareza de estilo de vivir, llama la atención,
        y lleva a formularse preguntas, ¿qué sentido tiene vivir así unos hombres o
        unas mujeres? ¿Qué es lo que buscan en ese estilo de vida, pues no es lo que
        normalmente se busca, poder, placer, prestigio, comodidad…?


         La respuesta sincera lleva a plantearse que algo existe en el ser humano, que
        es más que esas dimensiones de placer, prestigio, comodidad, poder… Lleva a
        encontrarse con una dimensión excepcional que el ser humano tiene entre los
        demás seres de la creación, que llamamos espiritualidad, que lleva a plantearse
        preguntas sobre el sentido hondo y específico de la vida humana.


        Soy consciente que la pregunta por el sentido del vivir, está desechada por ese
        movimiento del pensar que se llama postmodernismo, tan de nuestro tiempo.
        Este busca el relato sin explicaciones, lo superficial del ser sin hacerse preguntas
        sobre  lo  que  está  bajo  la  superficie;  el  carpe  diem,  sin  plantearse  una  visión
        global del ser…etc. L. Wittgensntein, uno de los pensadores más influyentes en

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