Page 483 - San martín del Rey Aurelio
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es como esclavos, salían del trabajo y no tenían ni duchas y debían
esperar a lavarse en sus casas. Trabajaban en las peores condiciones
y todas las horas que quería el patrono, pero aun así resultaba muy
difícil mantener una familia porque los salarios eran muy bajos. A
veces contaban con una pequeña huerta, pero todo resultaba insu-
ficiente y muchos niños pequeños ni podían ir a la escuela. Luego
estaban los curas, que solo sabían hablar del infierno, del pecado y
esas cosas. En realidad, quienes éramos pobres no tuvimos niñez.
P.- En 1931 es proclamada la República y las cosas cambiaron cuan-
to menos momentáneamente para la clase trabajadora. ¿Cómo
viviste tú aquel acontecimiento con tan solo doce años?
R.- Yo no sabía entonces qué era la República, pero el día de su
proclamación mi madre me cogió de la mano y nos unimos a la
manifestación que llegaba desde El Entrego. Todo el mundo estaba
alegre, gritando ¡Viva la República!, y sí, comprendí que algo impor-
tante había cambiado, de todas formas no llegué a tomar verdad-
era conciencia hasta que en 1934 estalló la Revolución de Octubre.
Mi hermano Antonio, al que yo adoraba, fue asesinado entonces.
Cuando fracasó la Revolución el general López Ochoa le aseguró a
Belarmino Tomás que no habría represalias, pero mintió. Mi herma-
no fue uno de los mártires de la fosa de Carbayín, todos asesinados
brutalmente, y ese dolor nunca pude superarlo. Mi madre decidió
entonces que ya no viviríamos más en Sotrondio así que nos fuimos
a Carbayín, pues ella quería estar cerca del lugar en el que estaba
enterrado Antonio.
P.- Primero la proclamación de la República, luego la Revolución
de Octubre del 34, el asesinato de tu hermano… ¿quiere eso decir
que erais una familia comprometida y muy politizada?
R.- Pues sí, en nuestra casa se hablaba mucho de política. Mi padre,
José, que era madrileño y había conocido a Pablo Iglesias, militaba
en el PSOE y en la UGT; mi madre, Restituta, trabajaba de comadro-
na y siempre la admiré por su carácter libre e independiente, incluso
había escrito un libro en contra de la guerra mundial que no llegó
a publicarse, tenía también ideas socialistas pero no militaba en el
partido; mi hermano Antonio se hizo comunista en Bélgica; y luego
estaba mi hermana Aurora que profesaba con fervor el catolicismo.
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