Page 438 - San martín del Rey Aurelio
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donde vivían en circunstancias tan penosas sus queridos feligreses
            con la esperanza de futuros frutos de paz para todos.

            Gaspar García Laviana, fue, además de cura-obrero y cura-guerrille-
            ro, un destacado poeta de la liberación, cuyos poemas, editados al-
            gunos -Cantos de amor y guerra- ya en el año 1979, inmediatamente
            después del triunfo de la revolución, por ministro de cultura Ernesto
            Cardenal, cantan con realismo el acontecer diario, haciéndolo con
            tanta sencillez que pueden ser leídos en la montaña por los comba-
            tientes. En sus versos habla de las injusticias sociales y de la nece-
            saria soli-daridad con el oprimido. No sólo habla, sino que él mismo
            se compromete en la lucha de liberación del pueblo nicaragüense.

            También, por muchas razones, podemos hablar de Gaspar como uno
            de los grandes profetas del siglo XX: critica aquella sociedad en-
            diablada pidiendo su transformación, denuncia todos los males que
            hacen sufrir a los campesinos y señala con el dedo a quienes los cau-
            san. Critica a los que “decían que eran demócratas y hacían trampas
            en las elecciones, a los que decían que eran cristianos y perseguían
            a los que iban a misa, a los decían que querían la paz y armaban a
            sus soldados para matar… A los que decían que eran justos y encar-
            celaban al inocente y lo torturaban y se burlaban de él y lo mataban
            y echaban su cuerpo a los volcanes. A los que dormían con putas
            y aparecían con sus esposas en los desfiles y en las inauguraciones
            y en la iglesia comulgando… A los que comían con los obispos y a
            los obispos que comían con ellos”. Critica la religión que aliena, que
            emboba, que aparta los ojos del el mal al pedir mirar sólo al cielo,
            que no exige compromiso y solidaridad con quien sufre los daños
            que los poderosos producen sobre los más débiles o desprotegidos.

            Los comportamientos humanos deben asentarse sobre los valores
            universalmente reconocidos como tales.  Es importante mantener
            siempre en nuestra memoria a los grandes personajes que los en-
            carnaron en sus vidas, para que, presentes entre nosotros, sean re-
            ferencia del buen sentir y del buen hacer de todos. De ello son es-
            pecialmente responsables los dirigentes que están al frentes de las
            distintas instituciones de la sociedad. La figura de Gaspar siempre
            nos pedirá defender a los más débiles. Su presencia, en cualquier lu-








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