Page 433 - San martín del Rey Aurelio
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Una de mis anteriores visitas a El Entrego fue al despacho parroquial
para obtener una copia del asentamiento del bautismo de Gaspar, lo
que muy amablemente me facilitó el párroco D. Abel Suárez Hevia.
En ese rincón de la casa rectoral donde yo había pasado muchas
horas vinieron a mi memoria recuerdos entrañables de gentes muy
buenas, solidarias, y también comprometidas en el quehacer de una
sociedad mejor. La iglesia que desde allí estaba viendo acogió en re-
petidas ocasiones asambleas importantísimas de los mineros asturia-
nos para tratar de sus luchas reivindicativas. Sus paredes oyeron con
respetuoso silencio decisiones que luego se expandirían desde este
enclave de SMRA por todos los tajos mineros. En algún momento
de la década 1967-1977 tuve la sensación de que El Entrego se había
convertido en la capital del movimiento minero. También recordé el
encierro reivindicativo que en ella vivieron obreros de la construcción.
De recuerdo en recuerdo, me vino a la memoria el histórico día en
que “los grises” antidisturbios de aquella Policía Armada tomaron
las calles del pueblo con una violencia indiscriminada, que fue muy
duramente criticada por los vecinos. Felizmente empezaría ensegui-
da la movida de la Transición democrática, iluminando el paisaje con
la esperanzadora luz que aportaría la nueva Constitución española.
Me despedí del cura llevando en la cámara de mi móvil el encargo
que allí me había traído y me dirigí a la casa donde naciera el mi-
sionero de cuya vida me estaba ocupando. Tenía la fotografía de la
antigua, pero quería también la de la rehabilita-da, pues en ella ha-
bía una placa puesta por el Ayuntamiento señalando el feliz su-ceso
ocurrido ahí.
Salí, pues, de El Entrego y emprendí viaje por la carretera de La Hue-
ria. Al dejar atrás el lugar llamado La Llave, cogí la carretera de La
Ifrera desde donde se llega a la capilla de La Magdalena y ya desde
allí, poniendo rumbo hacia El Acebal, muy pronto encontraría a la
izquierda una “carreterina” que nos situaría ante la casa natal del
prócer sanmartiniego.
Y allí me vi al lado de la casa donde había nacido Gaspar, empinada
sobre la ladera que mira al valle de La Hueria, con el Pozu Venturo
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