Page 429 - San martín del Rey Aurelio
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la montaña y en un reblago, la mar. Ahí transcurrieron casi 40 años
            de mi vida, pero no quiere decir que no siga añorando mi tierra y
            conservando intactos mis sentimientos, mis amigos y esa vincula-
            ción que siempre procuré tener con mis orígenes. Mis orígenes que
            comienzan en el lugar más emblemático de L’Entregu, La Laguna.
            El parque de La Laguna era en aquellos años 50 y 60 un pulmón
            en el centro de L’Entregu, pues el paso de camiones cargados de
            carbón y cisca, era constante, despidiendo aquel polvillo que lo
            dejaba todo negro, como el río.

            Era un parque frondoso, florido, hermoso, que invitaba a pasear y a
            disfrutar de la naturaleza. Tenía un paseo que en aquellos años siem-
            pre estaba muy concurrido y un día a la semana, creo que los jueves,
            en el quiosco de la música, la Banda de Música de San Martín del
            Rey Aurelio daba un concierto- baile. Pero los recuerdos más gratos
            eran las grandes fiestas de La Laguna que se hacían en el parque,
            llenándose este de caballitos, de casetas con churros y chucherías,
            el tiro, la ratita, las tómbolas y muchas más atracciones que, al me-
            nos juntas, las veíamos una vez al año, durante las fiestas. Otra de las
            atracciones era la iluminación deslumbrante que convertía el parque
            en un lugar mágico. El último día de las fiestas se subía a la gira,al
            Prau del Cura, camino de Lantero, desde donde observábamos con
            tristeza como se iba desmantelando aquel lugar mágico que no vol-
            veríamos a ver hasta el año siguiente. La Laguna lugar con historia
            y a los que somos de allí siempre nos prestó contar que allí se casó
            uno de los personajes más insignes de nuestra literatura: D. Leopol-
            do Alas “Clarín”.


            Al lado del parque, el puente de La Oscura, paso obligado para el
            barrio del mismo nombre, también para la estación de FEVE, la otra
            estaba en el Norte, y para el colegio de “Les Monjes”, donde muchos
            entreguinos aprendimos las primeras letras.Las Escuelas Naciona-
            les estaban en La Cascaya, al lado, el pozu Entrego, hoy Centro de
            Investigación en Nanomateriales y Nanotecnología. Entre el Círculo
            y La Juliana estaba el Instituto “Virgen de Covadonga”, hoy recons-
            truido un poco más allá, junto a la barriada del Japón, casi enfrente
            del campo de fútbol, Nuevo Nalón, camino del barrio de San Vicen-
            te, donde está el Museo de la Minería. El Instituto de L’Entregu era el








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