Page 16 - Miradores y Pueblos del Concejo de Ponga
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principio y una oportunidad para orientar el futuro del concejo, sus gentes y los que decidan
venirse a él para orientar su futuro.
España —y, en especial, Asturias como región montañosa por excelencia— es uno de los
países europeos con mayor representación de patrimonio natural generado por actividad
humana por formas de hacer milenarias ganaderas o campesinas. Estas formas de
hacer hoy en Europa están prácticamente desaparecidas. Por eso son tan valiosos estos
territorios de naturaleza ganadera/campesina que llamamos “espacios naturales”: porque
son escasos en el conjunto de Europa, porque tras milenios de manejo han creado unos
valiosísimos agroecosistemas y porque conservan, en las propiedades emergentes de sus
sistemas de conocimiento local, las claves y las informaciones necesarias para reformular la
futura gestión ecológica y sostenible del territorio a la que aspiran las Reservas de la Biosfera.
Los ponguetos tienen que mirarse a sí mismos y al mundo para reinventarse. Para hacer de
su tierra un lugar para vivir y para sentirse orgullosos. Seguramente, por nuestra parte, por
la responsabilidad como Gobierno, debemos revisar y reformar las políticas de desarrollo
agropecuario y forestal y las de conservación de la naturaleza para buscar nuevas fórmulas
e incentivos con los que frenar la caída de la actividad agroecológica y remontar vuelo. Pero
sin la implicación de la comunidad local en un objetivo común a favor de la recuperación del
territorio, no será posible conquistar el porvenir.
La sociedad del futuro, tanto la de la ciudad como la de los pueblos, debe aspirar a la
actualización, a la modernización, a la innovación y al bienestar. Pero los caminos para llegar
a esa aspiración no son los mismos. Los pueblos no pueden copiar los modelos urbanos y
están obligados a pensar por ellos mismos para definir sus propios itinerarios, sus propias
estrategias.
La reconciliación de la economía con la naturaleza no es una simple opción política, es una
urgente necesidad política a la que aspiramos tanto como habitantes del planeta, como
vecinos de Ponga. Hasta que las dos ciencias de la casa, la que estudia las relaciones
sistémicas entre las partes —es decir, la ecología— no entre en relación íntima con la que
estudia la administración de los procesos productivos y mercantiles que se dan entre las
partes —es decir, la economía—no habrá solución para la naturaleza, ni para la sociedad,
tanto en la escala global de la biosfera como en la local de una de sus reservas.
Por eso debemos pensar en las reservas de la biosfera como laboratorios donde ensayar
nuevas fórmulas. Para ensayar y equivocarse, para rectificar y aprender de los errores
hasta que encontremos las soluciones. Para atreverse a innovar, a producir localmente
sostenibilidad, estabilidad ecosistémica, renta, empleo, paisaje, biodiversidad y comercializar