Page 12 - Miradores y Pueblos del Concejo de Ponga
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Guillermo Martínez Suárez
Exconsejero de Presidencia del
Principado de Asturias
Peloño
A Ponga se debe ir con los sentidos puestos. El bosque de Peloño los reclama todos: la vista,
el oído, el olfato, el tacto y hasta el gusto. No sólo por la gastronomía que ofrece el concejo,
sino porque el propio monte se adentra en el paladar.
Esa sería mi primera recomendación al visitante; al menos, la más importante. La segunda, le
invitaría a dejarse sorprender. Cualquier catálogo o folleto sobre el Parque Natural de Ponga
destacará su extensión -1.574 hectáreas- y subrayará que Peloño, con sus más de 200.000
hayas, es la mayor masa forestal del Oriente de Asturias. Eso puede memorizarse, al igual que
las alturas del Tiatordos y de Peña Ten, pero no se aprehenderá –o, de nuevo, no se sentirá-
si no se pone el pie en el bosque. Hay que hollar Peloño, dejar la huella en sus sendas, sus
majadas o sus praderías. Ese contacto es imprescindible, digamos que es la acción mágica
necesaria para conocer Peloño, el resorte a partir del cual la naturaleza se desencadena
para hacerse dueña y señora del caminante.
El ayuntamiento de Ponga es el guardián de ese tesoro, la espesura donde se refugian
urogallos y osos, dos de los animales más emblemáticos de nuestro paraíso natural. De
hecho, Peloño es prácticamente el único lugar en el que se les puede hallar en el Oriente
de Asturias. Pero no pensemos en el concejo como un lugar selvático: toda esa riqueza
convive con el hombre. O, dicho de otra manera, toda esa riqueza ha sido creada gracias
a la convivencia con los asentamientos humanos. Por ello cuando se recorra el municipio
hay que demorarse también en sus pueblos, de Beleño a Sobrefoz, de Taranes a Ventaniella,
de Sellaño a Vallemoro. Y para ver, siempre conviene asomarse al balcón. Los ventanales
son, en este caso, los ocho miradores que ofrece el parque natural: Les Bedules, El Tombu La
Espinera, Abiegos, El Canto La Sierra, El Canto La Tozana, La Seu de Ambingue, Taranes y Peña
Soberu.
Este proyecto persigue, en fin, poner todos los pueblos y todos los balcones de Ponga a
disposición de quien decida visitar el municipio. Quien abre las ventanas de su casa es, sin