Page 14 - Miradores y Pueblos del Concejo de Ponga
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Benigno Fano Fernández
            Consejero de Infraestructuras, Ordenación del Territo-
            rio y Medio Ambiente del Principado de Asturias

            Rafael Fernández Benitez
            Director del Parque Natural de Ponga



            La reserva de la biosfera de
            Ponga como oportunidad






        La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)
        declaró, el pasado 25 de julio de 2018, al Parque Natural de Ponga como Reserva de la Biosfera,
        adscrita al programa MaB —acrónimo en inglés de man and biosphere, hombre y biosfera—
        y que supone la séptima distinción en nuestra comunidad autónoma, después de Somiedo,
        declarada en el año 2000, la Reserva de Muniellos (declarada en 2000 y ampliada al resto
        del Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias en 2003), el Parque Natural de
        Redes (2001), el Parque Nacional de los Picos de Europa (2003), la Reserva de la Biosfera de Rio
        Eo, Oscos y Terras de Burón (2007) y el Parque Natural de las Ubiñas-La Mesa (2012).


        En esencia, y como objetivo fundacional, las reservas de la biosfera del programa MaB se
        concibieron  como  un  “programa  científico  intergubernamental  que  busca  establecer
        las bases científicas para cimentar a largo plazo el mejoramiento de las relaciones entre
        las comunidades locales y su medio ambiente”. Como primera observación y matización
        me gustaría referirme precisamente a la idea de “bases científicas” pues entiendo que la
        investigación científica no puede hacerse como si lo hiciera sobre un folio en blanco, sobre
        un  espacio  no  ocupado  por  el  hombre  organizado  en  comunidad  y  que  acumula  varios
        siglos de experiencia gestora y transformadora del medio para dar lugar al paisaje que hoy
        reconocemos desde la Administración pública como Parque Natural y Reserva de la Biosfera.


        Esa  idea  de  investigación  científica,  fue  defendida  en  España  por  algunos  ecólogos
        humanistas,  en  especial  por  Fernando  González  Bernáldez  que,  en  el  prólogo  de  El  saber
        ecológico de los ganaderos de la sierra de Madrid (1992), decía: “los «saberes ecológicos»
        de los ganaderos y agricultores europeos sólo pueden ser ya recogidos in extremis, en las
        regiones menos afectadas por el cambio tecnológico agrícola y acudiendo a las clases de
        edad más avanzadas. Dentro de muy poco será imposible averiguar casi nada acerca de
        una cultura de personas que no escribieron ni publicaron, y a la que se accede solamente por
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