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que necesita, como el conjunto de áreas rurales asturianas, de una
decidida política demográfica. El empeño y el esfuerzo del Ayunta-
miento de Caso por procurar los mejores servicios a sus vecinos es,
por ejemplo, una forma eficaz de hacer atractivo un territorio e in-
tentar frenar un proceso de dinámica demográfica, larvado desde
mediados del siglo pasado.
La población necesita obtener recursos y las actividades económi-
cas dejan huella en los territorios, no sólo sus condiciones físicas de-
terminan su explotación. El turismo es una actividad que consume
espacio a veces con una voracidad tan grande o mayor como las
actividades industriales. Pero afortunadamente este no es el caso. El
municipio es consciente de sus potencialidades, y sus responsables
están haciendo una apuesta seria y decidida por ofrecer calidad y
defender el justo derecho de sus vecinos para acceder a las oportu-
nidades de desarrollo económico que no están reñidas con su mar-
ca de espacio protegido.
Hemos visto como la montaña condiciona la presencia de agua en
este paraje atlántico. La montaña y el agua son los dos símbolos de
este territorio. Y no hay una especie arbórea que mejor se adapte a
las condiciones de humedad, temperatura y altitud que el Hayedo.
Y posiblemente uno de los lugares donde se hace visualmente más
patente es en la cascada del Tabayón del Mongayu, sobre un circo
glaciar en el que se desarrolla un espectacular hayedo. Por ésta y
otras condiciones, el concejo de Caso, que es uno de los municipios
con mayor biodiversidad de Asturias, se integra en su totalidad en el
Parque Natural de Redes (1996), declarado Reserva de la Biosfera por
la UNESCO en el año 2001. Ningún visitante puede quedar indiferente
al despliegue cromático de la Fugus Sylvática, el imponente bosque
de hayedos que se contempla -sin duda de forma más especta-
cular en otoño- desde Caleao, Pendones, Bezanes y, evidentemen-
te, desde Tarna. Tampoco puede el visitante dejar de fijarse en el
grueso tapiz de hojas muertas que destaca en ese sotobosque tan
característico que el hayedo guarda con egoísmo de la luz exterior.
Con estos elementos ya podríamos afirmar que no hay un espa-
cio igual a otro en el planeta, aunque solo fuera porque cada me-
tro cuadrado tiene una disposición diferente al sol. La imponente
montaña enclavada en el eje de la cordillera, el paisaje resultante
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