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calma el dolor que produce la lejanía de la tierra- la construcción
        física e inmaterial de espacios que permitían y permiten tener siem-
        pre presente a un territorio que nunca olvidan, el suyo. La emigra-
        ción asturiana y casina es una gesta individual y colectiva. Caso se
        prolonga así al exterior como si no fuera suficiente su extensión, su
        imponente montaña, y el carácter de sus gentes, trascendiendo así
        de sus límites físicos.


        Un espíritu casín que ha dejado impronta y está presente en la emi-
        gración asturiana; de hecho, el liderazgo de muchos de sus hijos e
        hijas se extiende por nuestras numerosas colectividades. Es lo que
        ha caracterizado a nuestra emigración, su singular forma de orga-
        nización: la creación de Sociedades de Beneficencia, Mutualidades,
        Casas y Centros asturianos. Todas ellas, verdaderas “Instituciones”
        capaces de organizar la solidaridad entre los ya asentados, de pre-
        parar la llegada de los que aún estaban por venir, y de estructurar,
        conservar y poner en práctica -y también en salvaguardia- las ma-
        nifestaciones culturales, deportivas y sociales propias de la Comuni-
        dad y el pueblo de origen. Así, hoy preside la emblemática institución
        del Centro Asturiano de Buenos Aires el Casín Juan Manuel Posada, y
        aunque ya no está entre nosotros, se echa de menos encontrar en
        uno de los salones de este centro a la también casina Elena Posada.
        Ambos muestra de compromiso y buen hacer, en momentos difíci-
        les para nuestras colectividades en el exterior.

        El polifacético Jacques Attali opina que la finalidad de la acción co-
        lectiva está en preservar nuestros valores y organizar la solidaridad.
        Fue lo que muchos asturianos y muchos casinos gestaron en el ex-
        terior creando redes de solidaridad que han llegado hasta nuestros
        días.

        Unos días en los que conviene recordar que el genio del lugar, el
        genius loci, sólo pertenece a aquellos pueblos que son capaces de
        trasmitir originalidad, identidad, talento y compromiso. Una serie de
        características que hacen único a un lugar, y que lejos de desapa-
        recer con el paso del tiempo, se refuerza y se hace perenne. Ese es
        el espíritu de Caso. El mismo que hace sentirse cómodos a los que
        no son de aquí, y que admiran la capacidad de unión y de voluntad
        para seguir avanzando. Cuando hay voluntad, hambre de futuro, y
        sentido de comunidad es posible convertir todos los condicionantes


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