Page 16 - San martín del Rey Aurelio
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Pero sí era esa la razón de que el Instituto de Sotrondio era solo
            masculino. Para estudiar el Bachiller elemental, las niñas debíamos ir
            al Colegio San José, de las monjas dominicas. Y allí estudié los cua-
            tro años. El Bachiller Superior ya pude estudiarlo en el Instituto Pú-
            blico Juan José Calvo Miguel de la Angariella. Entonces ya era Mixto.

            Aunque la cuenca minera no es precisamente un lugar de grandes
            diferencias sociales, el salto desde la escuela de Santa Bárbara a
            Sotrondio, sí supuso para mí unas vivencias que me eran ajenas has-
            ta entonces. Todas las niñas y niños de la escuela de El Corralón
            éramos iguales, de padres mineros, la mayoría de economía mixta,
            teníamos que ayudar en las labores de la casa y de la huerta, o con
            las vacas, unos más y otros menos, pero apenas había diferencias en
            las economías familiares. En Sotrondio, ya no era así.

            Hijas de comerciantes, de “empleados” de Hunosa, de capataces, de
            médicos, etc, pertenecían a otra condición. Ya no todas éramos hijas
            de mineros. Aunque visto con la mirada de hoy esto resulta irriso-
            rio, en aquel momento era un mundo para quienes llegábamos “del
            monte”. Y sobre todo, hijas de los perdedores de la guerra, cuando
            alguna monja nos preguntaba si “nuestro papá” tenía camisa azul
            (sic). En palabras de mi madre, “te acobardabas”. No obstante, más
            allá de la sensación personal, he de reconocer un trato de respeto y
            consideración. Guardo buen recuerdo.


            Situación que cambió radicalmente en el Instituto. Ya volvíamos a
            ser todos iguales, ni sabías quiénes eran los padres de cada cual.
            Empezamos a descubrir música y libros con aires de libertad. Hasta
            organizamos una huelga como respuesta a la expulsión de un com-
            pañero. Eran ya los primeros conatos del florecer político y de la
            militancia en la clandestinidad de los jóvenes de mi generación.

            Es ya en  el Instituto de El Entrego,  donde estudié el COU, ya en
            los comienzos de los años 70, cuando en los ámbitos estudiantiles
            penetra el bullir cultural que resurgía en la Cuenca. Revistas cultura-
            les, seminarios, reflexiones sobre la situación social, las lecturas de
            Mounier, primeros contactos con la clandestinidad. Los Beatles, los
            Rolling, los Creedence...








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