Page 17 - San martín del Rey Aurelio
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Y luego, descubrir libros prohibidos- Rosa Luxemburgo, Miguel Her-
nández, Pablo Iglesias, la música protesta-, coincidencia con otras
personas con tus mismas preocupaciones, aspiraciones, ideología.
Y la misma rabia contra la dictadura, la falta de libertades y las in-
soportables injusticias. Había que comprometerse. A la vez, nuevos
temores, nuevos miedos, ahora a la represión si te descubren, riesgo
de perder la beca y tener que abandonar los estudios. Advertencias
de precaución en casa. Mi madre, siempre preocupada por mi padre,
que lo detuvieran cada vez que salía de casa, temía que hablase algo
de más, ahora también por nosotros.
En aquellos años la cuenca recuperaba su vigor cultural, la vanguardia
ideológica, una sociedad viva, inquieta, con ansias de libertad. Y un
anhelo colectivo de conocimiento. Y San Martín era un crisol de orga-
nizaciones culturales, de vecinos, musicales, políticas. Lo comprobé
cuando inicié los estudios universitarios en la Universidad de Oviedo.
Los estudiantes de la cuenca éramos mayoría, muchos más que otras
zonas de Asturias. Viajábamos en el Carbonero por Entrepeñas hasta
la estación del Campillín. 28 Kilómetros desde Sotrondio y más de
una hora de viaje. Años de clandestinidad, entre Oviedo y Sotrondio,
de rivalidad entre las Juventudes Socialistas y las Juventudes Comu-
nistas. Reparto en los baños de la sala de fiestas La Terraza de Blimea
de “El Socialista” clandestino. Mezcla de miedo y esperanza.
Inicié mi vida profesional como médica en Sotrondio, en el año 1978,
unos meses antes de votar la Constitución. Sacudido el yugo de la dic-
tadura, fueron años de gran esperanza e ilusión por cambiar la sociedad
en todos los sectores, en modernizar España. En toda la cuenca, varios
médicos jóvenes nos reuníamos para mejorar la sanidad desde abajo,
desde los consultorios. Iniciábamos así un movimiento de profesionales
sanitarios empeñados en introducir una atención de calidad, considera-
ción y respeto a la ciudadanía a la vez reivindicábamos unas condiciones
profesionales dignas. En definitiva, poder emplear los conocimientos ad-
quiridos en la carrera para mejorar la salud de las personas.
La confluencia de estas aspiraciones profesionales con la voluntad
política del Gobierno con la victoria del PSOE en 1982 de iniciar la
reforma sanitaria, fue la clave del éxito de la implantación del actual
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