Page 11 - San martín del Rey Aurelio
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El siguiente episodio histórico relevante nos sitúa ya en la alta edad
            media, momento en que el Rey Aurelio, quinto monarca del reino
            astur, trasladó su corte entre los años 768 y 774 al actual lugar de
            San Martín del Rey Aurelio donde se encuentra su sepulcro. Si bien
            hay que reconocer que a nuestros días no han llegado pruebas feha-
            cientes de este episodio más allá de ciertas crónicas y una arraigada
            tradición oral; no menos cierto es que por la vía de los hechos el Rey
            Aurelio está entre nosotros a través del nombre que ha dado al mu-
            nicipio, y también que su corte está instalada en nuestro imaginario
            colectivo a través del convencimiento generalizado que tenemos los
            samartiniegos/as de la veracidad de este relato.

            Pero siguiendo el transcurrir de los tiempos, el auténtico punto de
            inflexión en la historia del municipio ha sido la actividad de la mi-
            nería del carbón. Primero a través de los chamizos o pequeñas ex-
            plotaciones, en muchos casos familiares, que horadaban las laderas
            de las montañas con medios rudimentarios, y luego, ya entrado el
            siglo XX, a través de explotaciones industriales mineras que movili-
            zaron grandes contingentes de trabajadores, generando cientos de
            kilómetros de galerías subterráneas, y de las cuales el Pozo Sotón
            (declarado Bien de Interés Cultural en el año 2014) es sin duda la
            más emblemática.

            No es exagerado decir que el auge, y posterior declive de la mine-
            ría a partir principalmente de la década de los 80 del siglo pasado,
            explica todo lo que es el municipio actualmente. No creo exagerado
            decir que ha sido tal la intensidad de la actividad minera, tan inten-
            sa la consagración de este territorio y sus gentes a la minería del
            carbón de hulla a largo del siglo pasado, que su irrupción generó un
            punto de inflexión, un vórtice temporal, que sepultó gran parte de
            la historia previa, explicando casi unilateralmente lo que es hoy en
            día esta tierra. Quizás la excepción sean nuestros pequeños pueblos,
            las casi 300 diseminados en las laderas del valle del Río Nalón y los
            valles transversales de la Hueria de Carrocera, Santa Bárbara y San
            Mamés. Si bien debilitada por el marcado despoblamiento, en ellos
            aún se conserva la esencia etnográfica de su paisaje, de su paisanaje,
            de los usos y costumbres que vienen de antes y perviven después
            de la auténtica revolución minera del siglo XX.








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