Page 102 - Laviana

la época medieval y moderna y que tendieron a integrarse en unidades
Luis Benito García Álvarez
Universidad de Oviedo
Historia del concejo de Laviana
Los primeros asentamientos humanos conocidos se remontan al periodo en
el que se desarrolla la cultura megalítica, en el que cabe conjeturar un tem-
prano poblamiento, lo que se encuentra demostrado por los tumulos de la
Mayada de Fresneo. Una vez iniciado el proceso de disolución del tejido so-
cioeconómico del Bronce final, entabla a configurarse una cultura castreña
que se desenvolvería entre la segunda mitad del I milenio a.C. y finales del si-
glo III d. C. Ésta se caracterizaría por unas formas de asentamiento emplaza-
das en zonas elevadas, u otras localizaciones defensivas, que se fortificaban.
Se conforman sociedades poco jerarquizadas y con usos colectivos de la tie-
rra. Son varios los ejemplos que tenemos en nuestro municipio, destacando
el Castrillón o el castro de vigilancia de La Pomarada.
Respecto a la presencia romana, hay que señalar que la romanización se
consolidó primordialmente durante el Bajo Imperio con la extensión de las
villas asturromanas. Estas explotaciones pasarían a desempeñar una función
residencial y agrícola, siendo propiedad de los sectores hegemónicos
que actuaron como agentes de la romanización. Algunas de ellas se
sobrepondrían a los efectos de las invasiones bárbaras y mantendrían su
actividad hasta bien entrada la Edad Media. Las villas supusieron la mejora
de los rendimientos agropecuarios y la sedentarización de la población.
Los topónimos con sufijo en «-ana» indican la presencia de una de estas
instalaciones, ya que se configuran a partir del nombre del possesor en
concordancia con el sustantivo villa.
La presencia romana queda también verificada con el torreón del Condao,
cuya construcción data de la época de Augusto y que sería posteriormente
remodelado bajo el reinado de Alfonso I, y en el hecho de que el concejo se
encentre en el eje de uno de los grandes itinerarios romanos que recorrían el
en época altoimperial; vía que atravesaría el puerto de Tarna y que seguiría
el curso del río Nalón.
A finales de la Edad Antigua, las villas tendieron a convertirse en aldeas;
núcleos que se erigirán en la unidad de población básica de Asturias durante
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territoriales más amplias tales como valles o comarcas. La Edad Media
será el periodo en el que aparezcan y se consoliden la mayor parte de las
unidades de poblamiento actuales, y Laviana aparece ya referenciada
como capital de la comarca en la Alta Edad Media. Será desde el siglo XI
cuando se comience a ordenar el territorio en una serie de circunscripciones
administrativas, más perceptibles allí donde el poder monárquico se hacía
más evidente, reapareciendo los valles o territoria según una pauta en la
que comienzan a prefigurase los actuales concejos, que se convertirían
así en el centro de la vida local y gozarían de competencias en todas
las cuestiones que no atendiese el poder real o señorial del que fuesen
dependientes. En el transcurso de los siglos XII al XIV la periferia norteña
conocerá una intensa y programada política de promoción urbana por parte
de los sucesivos monarcas que, atendiendo a la llamada de la activación
del tráfico comercial atlántico, quedaría patentado en un programa de
repoblación urbana de las tierras norteñas y que arrancaría cuando Alfonso
VII el Emperador confirmaba en el año 1155 el fuero de Avilés del siglo XI
que había sido otorgado por Alfonso VI, al igual que el de Oviedo. Fruto de
tal impulso repoblador florecieron una buena cantidad de burgos, villas o
pueblas nuevas, cuya calificación urbana se fundamentaba en el disfrute de
una autonomía municipal y de un derecho local privilegiado; y en la doble
función integradora que llevarán a cabo respecto a sus entornos rurales:
político-administrativa, en cuanto se convierten en capitales y centros
jurisdiccionales del distrito; y económica, al centralizar la actividad mercantil
e industrial. Todo ello respondiendo a una programada política de asiento
de comunidades, reordenación de la población y reactivación económica.
En su consolidación, la incorporación de nuevos moradores se realizaba a
través del hecho del avecinamiento; y sólo quien gozaba de la condición
jurídica de vecinos quedaba asimilado a la comunidad, beneficiándose
de los derechos que acarreaban tal condición. Tal derecho se configura a
través de una liberación de servicios y cargas señoriales como un privilegio
fundado en la libertad.
Su establecimiento constituyó un elemento dinamizador y mejoró la
condición jurídica y social de una buena parte de la sociedad. También se
puso coto a los desmanes de la nobleza, ganándose de paso súbditos para
el rey. Se desconoce la fecha exacta de la concesión de la carta de puebla
a Laviana, aunque J. I. Ruiz de la Peña la sitúa a finales del siglo XIII. Durante
el reinado de Juan II a comienzos del siglo XV, la Pola se distingue ya como
villa, teniendo a principios del siglo XVI potestad para elegir representantes
en la Junta General del Principado. A esta dinamización ayudaría el Camino
de Santiago, principal itinerario cultural y religioso de Occidente. La ruta por
Tarna unía el valle del Nalón con la capital y se unía al camino principal en
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