Page 65 - Peñamellera Alta
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blos del Valle de Abajo su topografía y clima más dulce, con sus vegas más anchas, montes
                 y cuestas más suaves, tienen su vida especial, sus intereses peculiares, distinto modo de ser
                 y de desarrollarse que los del Valle de Arriba”.
                 Esto ocurre mientras un temporal de nieve, el mayor recordado por los testigos de enton-
                 ces, azota la zona desde el 14 de febrero sin parar de nevar hasta el 29 del mismo mes, “La
                 Nevadona”, se cernía sobre los pueblos de Peñamellera, arruinando viviendas y cuadras en
                 gran cantidad y mermando el ganado por falta de ceba. Siguieron a continuación argayos,
                 avenidas de agua y derrumbes, que calaron definitivamente en el estado anímico de una
                 población desanimada.
                 Si a esto se suma la epidemia de cólera desde 1885 y de viruela del mismo 1888, ahí vamos
                 a encontrar la motivación del incremento migratorio que no va a parar hasta mediados del
                 XX.
                 Y estudiada la petición de segregación del Valle Alto por la Diputación de Oviedo, el 8
                 de Mayo de 1889, se define: “De conformidad con el dictamen de la comisión de ayunta-
                 mientos se acordó tomar en consideración la instancia de los pueblos y parroquias de Alles,
                 Ruenes, Rozagás, Cáraves, Trescares, Oceño, Mier y Llonín que constituyen el Valle Alto
                 de Peñamellera y que en su virtud se constituyan en ayuntamiento independiente del resto
                 del Concejo según lo solicitan, toda vez que reúnen las condiciones que se requieren y no
                 existe para ello oposición alguna”.
                 Se celebra la primera sesión del Ayuntamiento de Peñamellera Alta el 6 de noviembre de
                 1889 y es elegido por unanimidad primer alcalde D. Diego L. Díaz de Villar. Contaba el
                 nuevo Municipio entonces con 2.046 habitantes, cuyos ediles se renovarían cada cuatro
                 años.
                 Sus muchas atenciones le suponían cuantiosos gastos, difíciles de sostener, y, como los ar-
                 bitrios e impuestos sobre artículos de comer, beber y arder no subían a mucho y en cambio
                 la atención a gastos de mantenimiento de la Diputación Provincial galopaban sin pausa, la
                 atención de los primeros no podía ser satisfecha y por lo tanto cada año se incrementaba
                 el déficit.
                 El momento es crucial, porque los proyectos de comunicaciones se ponen en marcha. In-
                 cluso se piensa en algunos que no habrían de tener feliz culminación. Tal fue el caso de la
                 carretera de San Roque del Acebal a Trescares, o el estudio de un ferrocarril presentado
                 por el director de las explotaciones mineras de la real Compañía Asturiana, Benigno Arce
                 y el director de la mina de Los Picayos, Olavarria, que serviría para comunicar Cabrales
                 y arrastrar el mineral hasta el embarque en Tinamayor. Con él se aprovecharía el enlace
                 con la próxima línea férrea de Llanes a Cabezón de la Sal. Es el momento en que se va a
                 completar la carretera de Cangas de Onís a Panes y las diferentes derivaciones a Alles y a
                 Ruenes por Jana.
                 Los frutos de la última oleada de emigración a Cuba y sobre todo a México, a pesar de
                 su cara negativa con el abandono del Valle de los más jóvenes, incrementado por los que
                 habían sido llamados a filas en el 98 en defensa de La Isla, sin embargo en las primeras
                 décadas del siglo XX se comienza a sentir positivamente en el desarrollo.
                 En las primeras décadas del XX los frutos de la última oleada de emigración a Cuba y es-
                 pecialmente a México, ya se muestran patentes en los pueblos, principalmente en Alles y
                 en Ruenes en sus construcciones. Ello, a pesar de su cara negativa, el abandono de su tierra
                 a últimos del XIX de los más jóvenes, incrementado por quienes habían sido llamados a
                 filas en el 98, para defender La Isla.
                 Se refleja en la evolución de los pueblos, en el reforzamiento económico de muchas fami-
                 lias y en la beneficencia y obras de servicio público.

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