Page 32 - Laviana
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Rosario, la enseñante, fue la última maestra de Fechaladrona. Los críos
Antonio Ramón María Trevín Lombán fueron a menos y se cerró la escuela. No fue el único cambio. “En el chigre
Profesor ya nun hay voces/ ni con quien xugar al dominó. Echando solitarios hay un
vieyu nada más. ¡Quién sabe cuántas trampas fae y nadie lo ve”! cantan los
Berrones en “El mío publu”.
Sin embargo, en Fechaladrona no se rinden. Hace tres años la antigua
escuela volvió a abrir sus puertas. Como centro social. Con el trabajo de
Fechaladrona y Tolivia: Geografía humana. los vecinos y el respaldo económico del Ayuntamiento. El pueblo lucha por
Y Muñera: gastronómica. revitalizarse. A la inauguración solo faltó su última maestra. No pudo asistir,
pero invitada estaba: ¡pa con Dios tené pol carru!
Otros núcleos lavianeses me vienen especialmente a la memoria, entre
los muchos y admirables con que cuenta el concejo. Tolivia, a poco más
Entré a Laviana por Fechaladrona. Hace siete lustros. En el pueblo los críos de 5 Km de Fechaladrona. Patria chica de Solís, fundador y dirigente de la
estaban en la escuela “son las nueve la mañana y vas pe la carretera/tira el Asociación de Vecinos local en los duros y dictatoriales tiempos. Y de Ramón
aire les castañes y cae alguna gotera/ abrió la puerta el maestro y entra tó y Olegario, alma y cuerpo de Los Berrones, creadores del agro-rock. Irónicos,
la rejiella (…)”, cantaban Los Berrones.
asturianistas y contestatarios. Pueblo admirablemente reivindicativo este,
Aquel 1986 me incorporé a la Dirección Provincial de Educación de Asturias, como sus hijos evidencian. Antaño y hoy. Para lo más cercano o a favor de
en el Ministerio de Maravall, un verdadero innovador que europeizó nuestro los más vulnerables. “Nun hai quien ponga sebe/nin portiellas a la mar/si la
sistema educativo. El nombramiento me sorprendió en Puron, donde era fame quier pasar. /¡Cuántu sufrimientu p’or atopar un sitio equí!, denuncian
maestro rural con ocho niños y niñas de edades y cursos diversos. nuestros roqueros Berrones.
Seguramente por eso no me pude resistir a José María Solís Suárez, conocido Para alegrar la historia, nada mejor que ir hasta Muñera. Al asador Los Panchos.
por todo el socialismo asturiano como Solís, el de Laviana. Era entonces Y pedir un cordero a la estaca, plato originariamente argentino, que adquirió
teniente alcalde del ayuntamiento lavianés, con competencias en carta de naturaleza en nuestras cuencas mineras. Desde Llagüezos a Casu.
educación y cultura entre otras responsabilidades institucionales y orgánicas. En bares populares y restaurantes de postín. Para todo el personal, en general,
Vino a verme, a mi despacho en la Plaza de España de Oviedo. Aunque me o ingenieros en particular. Ya sé que la gastronomía minera ofrece muchas
encontró “incrustáu, incrustáu/apegáu, apegáu/ a un sillón de un despacho más posibilidades. Todas interesantes, casi todas exquisitas. Pero que le voy
oficial”, según los Berrones, me hizo una proposición que me fue imposible a hacer. Yo, con permiso del cabrito con patatinos, las cebollas rellenas, los
rechazar: Visitar la escuela unitaria de Fechaladrona. nabos o las casadiellas, me quedo con este.
María Rosario García Zapico era su maestra. Un auténtico mito para todos Acabo en Oviedo, en la sede de la Presidencia del Principado, donde el
los que teníamos relación con la educación rural. Aquel año había logrado, municipio de Laviana tiene hoy a su principal embajador: el presidente del
nada menos que, sus pocos alumnos, ganaran el II Concurso de Educación Principado, Adrián Barbón, quien durante nueve años fue su alcalde. Hay
Vial, organizado por la Dirección General de Tráfico, en su fase regional. que felicitar a los lavianeses por ello y desearle a nuestro presidente que no
Toda una proeza al tener que competir con escuelas y colegios públicos y se cumpla en él, nunca, la sentencia de Armando Palacio Valdés, el más
privados de toda Asturias. Solo el de Blimea estuvo, más o menos, a su altura. ilustre hijo de Entrialgo: “Lo más triste es la tristeza de una persona alegre”.
El éxito escolar y la merecida fama de la maestra fueron el cebo que me
puso Solís. Piqué y acepté su invitación a visitar a los niños, la enseñante y su
aula. En esta última residía la razón real de la visita obsequiosamente sugerida
por el hábil concejal. Sus deficiencias eran ostensibles. Me sacó unos buenos
cuartos para “ponerla al día”. Y encima me fui encantado, de la profesora,
sus educandos y el edil municipal.
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