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Asturias, Covadonga y su entorno natural










                Real Colegiata de San Fernando



                Aunque iniciada en tiempos del obispo Apon-
                te  de  Quiñones, fue edificada y  completada
                en fases sucesivas, a lo largo de todo el siglo
                XVII, sobre el solar que ocupó la primera co-
                munidad monástica benedictina que atendió
                el culto en Covadonga, según refiere el P. Ye-
                pes en su Crónica de San Benito. Sustituye
                a  otro  edificio  anterior  de  estilo  románico,
                como  acreditan  numerosos  vestigios,  entre
                los  que  sobresalen  los  sepulcros  de  Abades
                del siglo XI que encontramos en el claustro





                                                      bajo, a la entrada del denominado Panteón de
                                                      los Abades, hoy cementerio capitular. Lugar
                                                      en el que también está enterrado don Pedro
                                                      José Pidal, Marqués de Pidal, privilegio que
                                                      le fue otorgado por el Cabildo en atención a
                                                      sus gestiones en el Concordato Isabelino, lo-
                                                      grando  el  reconocimiento  y  pervivencia  de
                                                      Covadonga como Real Colegiata. En esta pe-
                                                      queña capilla-cementerio se encuentra ubica-
                                                      do hoy el altar de la Santina, perteneciente al
                                                      Camarín de Frassinelli, único testimonio que
                                                      se conserva de la obra del “Alemán de Corao”
                                                      en la Sta. Cueva.

                                                      El  edificio,  estrechamente  pegado  a  la  mon-
                                                      taña como buscando su protección, dispone
                                                      de un pequeño patio central con sus claustros
                                                      alto y bajo. Habiendo sido utilizado durante
                                                      siglos el inferior por los peregrinos para per-
                                                      noctar.  Particularmente  durante  los  meses
                                                      de mayor afluencia de devotos y romeros al
                                                      Santuario, tal como recogen algunos informes



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