Page 11 - Ribadedeva
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SALUDA
e encantan los libros y el tacto de sus
Mhojas. Me encantan las historias que se
recogen en su interior y se forman uniendo
gran cantidad de mágicas palabras. Me encanta
hasta el sonido del tránsito de sus páginas y el
olor que desprenden al pasarlas pero lo que
más me gusta de todo es cuando su contenido
describe Ribadedeva, su paisaje, patrimonio,
pasado o paisanaje. Todos esos libros sobre
el municipio de Ribadedeva los devoro con
ahínco, como si buscara en el fondo saberlo
Jesús Manuel Bordas Vargas todo sobre el concejo que tengo la suerte de
Alcalde de Colombres representar en estos momentos.
Es por esta razón que me encantó desde un
principio el proyecto de mi estimada amiga Covi Carcedo de hacer un libro dedicado al conce-
jo, un libro que recogiera textos de todos los pueblos en un formato muy visual y a la par que
completo, dinámico y ameno. Por esta iniciativa, por acordarse de este concejo de Ribadedeva,
le doy las gracias y al mismo tiempo la felicito por su dedicación y perseverante trabajo cuyo
gran resultado hoy tenemos entre las manos. Ella fue la artífice de esta idea, la costurera que
cosió con afán y dinamismo historias, fotografías, personajes y demás tesoros que ofrece este
municipio al mundo.
Hoy es un día muy importante para Ribadedeva porque por fin ve la luz, después de dedicarle
mucho esfuerzo, un proyecto cultural sumamente interesante, un proyecto por el que aposta-
mos hace ya tiempo y en el que se ha estado trabajando durante unos cuantos meses, un libro
que ha contado con la inestimable colaboración de un montón de personas de este concejo a
quienes agradezco igualmente su colaboración. El citado libro tiene por objeto la recuperación
de la memoria de nuestros pueblos, de su historia y de los vecinos que en ellos vivieron o viven
y este contenido se me antoja particularmente sugerente.
Si tuviésemos una máquina del tiempo, si pudiésemos ver por un agujero el pasado del con-
cejo, podríamos observar como unos hombres antiguos, en busca quizás de algo divino, se
adentraban con cuidado en una cueva y pintaban con sus rudas manos un mamut enamorado
o comprobaríamos el tránsito constante de peregrinos cruzando el concejo por la calzada real
que era también camino de Santiago de Compostela. Es posible además que alguno de ellos a
la altura de la capilla del Bao y recogido por la belleza del lugar rezara en silencio ante la talla
del Santo Cristo del Bao, la vieja talla, aquella que fue quemada durante la guerra. Igualmente,
veríamos también pasar la comitiva de un gran rey, posiblemente uno de los más grandes que
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