Page 24 - Laviana

<<Vagamente todos sentían que una transformación inmensa, completa, se iba a
operar pronto en Laviana. El mundo antiguo, un mundo silencioso y patriarcal que
había durado miles de años, iba a terminar, y otro mundo, un mundo nuevo, ruidoso,
industrial y traficante, se posesionaría de aquellas verdes praderas y de aquellas
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altas montañas. >>
Conmueve comprobar cómo se desliza en estos párrafos una sensibilidad
medioambiental tan acusada.
<<El valle de Laviana se transformaba. Bocas de minas que fluían la codiciada
hulla manchando de negro los prados vecinos; alambres, terraplenes, vagonetas,
lavaderos: el río, corriendo agua sucia; los castañares talados; fraguas que vomitaban
mucho humo espeso esperando que pronto las sustituirían grandes fábricas que
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vomitarían humo más espeso todavía. >>
Acaso no están plenamente presentes estas descripciones. Toda una declaración
visionaria de las nefastas consecuencias que la industrialización tiene sobre el paisaje.
Al respecto es imprescindible rememorar como el poeta trata primorosamente su
paisaje, el paisaje de Laviana:
<<Era ya entrada la primavera; su hálito fragante corría por el valle de Laviana,
tiñéndolo de todos los verdes imaginables, desde el más claro hasta el más oscuro.
Caían las flores de los árboles y caían sin tristeza, porque en su puesto dejaban
pequeños botones que muy pronto se trocarían en sazonados frutos. Los pájaros
principiaban su certamen de amor modulando canciones en el bosque. Murmuraba
el río batiendo los cristales de su aguas contra los pedruscos que le interceptaban el
camino; reían las fuentes discretamente bajo su emparrado de avellanos; saltaban
los chotos en la pradera de esmeralda, las altas montañas se desembarazaban
majestuosamente de su cendal y exponían la blanca cabeza al sol para que la
derritiese. >>
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No se puede ser más excelso, es imposible tratar con más cariño un paisaje, sutil
devenir de palabras que conforman un texto delicado, emocionante y maravilloso.
No es necesario sentir o ser de Laviana, el foráneo experimenta la misma sensación
de armonía.
<<Cuando la noche se llega, los rapaces que apacentan el ganado por las colinas
bajan al pueblo tañendo silbatos hechos de caña de saúco y las montañas repiten
dulcemente sus sones acordados. Las fuentes murmuran, los sapos cantan, la brisa se
calla y un manto negro recamado de estrellas se extiende al cabo sobre la campiña
feliz. >>
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6 Capítulo VI. BARTOLO.
7 Capítulo XVI. MARTINÁN EL FILÓSOFO.
8 Capítulo XX. EL RAPTO DE DEMETRIA.
9 Capítulo XIV. TRABAJOS Y DÍAS.
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Dicha que llevó el poeta en su corazón durante toda su vida, allá donde la ventura
lo dirigió, felicidad por hollar esa campiña siempre verde con sus pies descalzos. Así
lo dibujaba en sus textos de La Aldea Perdida.
Y aquí nos encontramos, un grupo de amigos aglutinados en la Sociedad Cultural
y Gastronómica La Pegarata, que han tenido siempre como enseña enaltecer al
poeta, por admiración, por reconocimiento y por tradición.
Son muchos los actos organizados pero quiero centrarme en un año, el 2003, muy
señalado en el calendario, al coincidir dos hechos muy relevantes, se cumplía el 150
aniversario del nacimiento de don Armando y el centenario de la publicación de La
Aldea Perdida.
Quisimos estar presentes en lugares tan señalados en la vida del poeta como Oviedo
y Avilés mediante ofrendas florales y lectura de sus textos.
La Pegarata puso en marcha también las jornadas gastronómicas de “La Aldea
Perdida”, basadas en los textos de La Aldea Perdida.
Otro evento, especialmente importante, que conseguimos para esa semana
emblemática del 4 de octubre de 2003, fue traer a Entralgo a don José Luis Abellán
García González, catedrático de Historia de la Filosofía Española en la Universidad
Complutense, Premio Nacional de Literatura en 1981 en la modalidad de ensayo,
por entonces heredero de Armando Palació Valdés en la presidencia del Ateneo
de Madrid. La amistad que le unía con nuestro compañero de La Pegarata
Alfredo Huergo, nos permitió disfrutar de una conferencia en su casa natal sobre el
Naturalismo Literario.
Ese mismo año la Sociedad Cultural y Gastronómica La Pegarata editó un libro,
“Palacio Valdés y la gastronomía”; un pequeño estudio en el que se recogen
exhaustivas recopilaciones de los pasajes en los que el escritor lavianés se adentra
en los hábitos alimenticios de su época, especialmente en su Arcadia querida.
Debo resaltar también que en la primavera de aquel año 2003 decidimos ponernos
en camino hacia Marmolejo en Jaén, hermosa localidad que reposa rodeada de
olivos a la vera del Guadalquivir y a la sombra de Sierra Morena, en cuyo famoso
balneario pasó largas temporadas don Armando curándose de sus dolencias. ¿Qué
mejor homenaje pensamos, que dos municipios que formaron parte importante
de la vida del escritor se hermanasen? Y así el 4 de octubre de 2003 en el que se
cumplían las dos efemérides, en sesión solemne en el Ayuntamiento de Laviana se
hermanaron los dos municipios.
Y por último, en la Sociedad Cultural y Gastronómica La Pegarata, estamos cerca
de cumplir un sueño, un largo sueño en el tiempo desde que hace más de cinco
años solicitamos al Excmo. Ayuntamiento de Laviana el permiso para su instalación.
Consiste en acomodar dos estatuas en bronce en la hermosa plaza de Pola de
Laviana que lleva su nombre. Demetria de Canzana y Nolo de la Braña en las
estribaciones de Peña Mea, sus amados protagonistas en el canto más suave como
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