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Diego Macias Alonso
                        Sacerdote, Cangas de Onís





        San Antonio, modelo para Cangas de Onís






        Cangas de Onís cuenta entre uno de sus lugares más emblemáticos con la capilla de
        San Antonio. Esta capilla nos habla de la devoción con la que la ciudad ha tributado
        siempre a este santo que es uno de los más populares de toda la Iglesia católica.


        San Antonio de Padua, es venerado no sólo en Padua, donde se erigió una basílica
        espléndida que recoge sus restos mortales, sino en todo el mundo. Los fieles aprecian
        las imágenes y las estatuas que lo representan con el lirio, símbolo de su pureza, o con
        el Niño Jesús en brazos, recordando una milagrosa aparición mencionada por algunas
        fuentes literarias.

        En el último periodo de su vida, san Antonio puso por escrito sus “Sermones”, en los
        cuales nos habla de la necesidad de unir en nuestra vida dos cosas: la fe y su puesta en
        práctica, la caridad. Así refleja en sus escritos: “La caridad es el alma de la fe, hace
        que esté viva; sin el amor, la fe muere”. San Antonio es alguien que conoce bien los
        defectos de la naturaleza humana, nuestra tendencia a caer en el pecado; por eso invita
        continuamente a luchar contra la inclinación a la avidez, al orgullo, a la impureza y, en
        cambio, a practicar las virtudes de la pobreza, la generosidad, la humildad, la obedien-
        cia, la castidad y la pureza. A principios del siglo XIII, momento del renacimiento de las
        ciudades y del florecimiento del comercio, crecía el número de personas insensibles a
        las necesidades de los pobres. Por ese motivo, san Antonio invita repetidamente a los
        fieles a pensar en la verdadera riqueza, la del corazón, que haciéndonos ser buenos y
        misericordiosos nos hace acumular tesoros para el cielo.

        Tener a san Antonio como referente para Cangas de Onís quiere decir que él también
        debe marcar nuestra identidad como personas y creyentes. Porque un santo no es al-
        guien a quien simplemente vamos a pedir favores, sino que como un faro, ilumina nues-
        tra vida para que sepamos poner horizonte y sentido a aquello que nos ocurre en nuestra
        vida diaria: trabajo, familia, circunstancias, enfermedades, creencias, dificultades…


        Es por eso que celebramos a los santos, porque son motivo de alegría y de júbilo en
        nuestra vida. Así es como surgen las fiestas populares tradicionales: por la fecha del



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