Page 36 - Peñamellera Alta
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Es más, Peñamellera queda inscrita en la Merindad de Las Asturias de Santillana en com-
                   pañía de todos los pueblos comprendidos entre los Picos de Europa, Peña Sagra, Sejos y
                   Montes Pasiegos hasta La Bahía de Santander, a partir de la cual comenzaba La Trasmiera.
                   La Capital era Santillana, sede de gobierno y justicia. Situación ratificada con Fernando
                   III, durante cuyo reinado nace el dominio jurisdiccional del Bastón de Laredo y su escudo
                   representativo, que pasa a serlo de estos pueblos, y cuyo régimen durará hasta el siglo XIX.
                   Escudo que nos habla de una hazaña, cuyos ejecutores en parte nacieron en el Valle Alto.
                   Se trata de la conquista de Sevilla y demás tierras de Andalucía.
                   Ya se habían dado los foramontanos desde el siglo XI o emigrantes de este Valle al otro
                   lado de La Meseta, amparándose en concesiones de presuras. Esto dará pie después a la
                   emigración temporera de segadores y cesteros, tan importante, como necesaria, para estos
                   artesanos.
                   Entonces, en el siglo XIII, se trataba de una expedición militar.
                   El burgalés almirante Bonifaz fue encargado por Fernando III El Santo, de reunir tropas.
                   Hizo una leva en Las Asturias de Santillana y, como es lógico en el Valle Alto. Conquistó
                   Sevilla (hecho reflejado en el escudo por un barco en el Guadalquivir, que rompe cadenas
                   frente a la Torre del Oro).
                   Y a partir de ese 1248 hace una repoblación con gentes del Valle, que por el sistema de
                   repartimientos, servirá para estabilizar lo conquistado frente a los demás Reinos Musulma-
                   nes. Esto permitió a familias con apellidos peñamelleranos no sólo a establecer latifundios
                   en Andalucía, sino a aumentar las de su propia tierra, por la ausencia de muchos emigrados
                   campesinos a aquellos lugares. De esta manera ya en el siglo XV, en Andujar, encontrare-
                   mos un García de Mier entroncado con los Valenzuela de Córdoba, disponiendo de grandes
                   posesiones y disfrutando de las mercedes de Enrique IV.

                   Pero el sometimiento a Santillana no era cómodo para los peñamelleranos. La administra-
                   ción de justicia suponía un gravamen demasiado pesado y así, amparados en una nobleza
                   ya arraigada y de prestigio ante La Corte le arrancaron al Rey Alfonso XI el Privilegio Real
                   de 1340.
                   Tal privilegio fue otorgado en esa fecha en León y confirmado sucesivamente: por Enrique
                   II en Las Cortes de Toro de 1371; por Juan I en Burgos en 1379: por Juan II (todavía Prín-
                   cipe de Asturias) en Alcalá de Henares en 1408; por el mismo Juan II en San Martín de Val-
                   deiglesias en 1420; por Enrique IV en Segovia en 1458; por los Reyes Católicos en 1488.
                   Dicho Privilegio amparaba a los Peñamelleranos y les daba derecho a nombrar alcaldes y
                   mayordomos; a librarse de presentarse en Santillana al sometimiento de tribunales de jus-
                   ticia; a nombrar sus propios jueces; a no ser cargados de otros impuestos que los debidos;
                   a ser defendidos en estos derechos por los Concejos limítrofes.
                   Y en El libro Becerro, que ordenó Pedro I se estipulaba que el Concejo de Peñamellera era
                   realengo y de behetría, sin sometimiento a martiniega.
                   Esto es:
                    a).- Sería la Corona la Regidora, sin intervención de señor alguno
                    b).- Cada pueblo podía tomar el señor que a bien tuviera
                    c).- No se obligaba el pago de renta al señor el día de San Martín.
                     Sin embargo el régimen de behetría iría en disminución, a la vez que aumentaría el seño-
                   rial a lo largo del siglo XV.





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