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Sería una visión muy recortada justificar la construcción de este magnífico templo por el
                 solo deseo de ostentación personal de cargos y riqueza del fundador ante sus paisanos.
                 Tópico que con frecuencia ha circulado, aminorando el alcance y trascendencia social que
                 históricamente han tenido algunas fundaciones eclesiásticas y lo que han aportado a la so-
                 ciedad de su época. Muy al contrario de este prejuicioso cliché hay que decir que la erección
                 de esta iglesia se debe necesariamente situar en un contexto socio-político y eclesial mucho
                 más amplio.
                 En primer lugar la política eclesiástica carlotercista, decididamente orientada a recortar los
                 beneficios eclesiásticos vacos e incrementar los que llevaban pareja la cura animarum. Así
                 se explica algunas leyes dictadas por Carlos III, reduciendo e incluso suprimiendo nume-
                 rosos beneficios simples y meras capellanías, mientras que se potenciaban los esfuerzos
                 y medidas por lograr que los curatos y beneficios eclesiásticos obligados a la atención
                 pastoral de los fieles tuviesen garantizada la suficiente congrua o sustentación del clérigo.
                 Política que se explica desde el interés creciente de los Borbones españoles, a partir sobre
                 todo de mediados del siglo XVIII, por lograr tener buenos súbditos que rentasen al Estado.
                 Objetivo en el que podían desempeñar un importante papel los curas en sus parroquias, no
                 solo en lo espiritual. Explicándose así iniciativas como el Semanario de agricultura para
                 párrocos o la obligada lectura en las iglesias del Discurso sobre el fomento de la Industria
                 Popular, impuesta por Campomanes a los curas. Imposición que el todopoderoso fiscal de
                 la Cámara realizó enviando a cada párroco un ejemplar del Discurso, acompañado del co-
                 rrespondiente decreto episcopal ordenado a los curas poner en ejecución lo dispuesto por la
                 Cámara, leyendo a los feligreses cada domingo públicamente y desde el púlpito un capítulo
                 del discurso.
                 Paralelamente, y ya a nivel eclesiástico, los obispos caminaban a la zaga de las disposi-
                 ciones reales en estas materias, favoreciendo también la atención pastoral de los fieles con
                 la erección de nuevas parroquias, cada vez más necesarias en la diócesis de Oviedo por el
                 crecimiento demográfico experimentado en Asturias a lo largo del siglo XVIII.
                 La construcción de un nuevo templo parroquial para más fácil atención pastoral de los fieles
                 suponía secundar estas líneas políticas y eclesiásticas. Y si a ello se añade la atención de
                 los pobres, reforzando así los esfuerzos de la Corona por disminuir el número de pobres
                 y vagabundos, adquieren mayor significación la erección de la iglesia de Alles y la pareja
                 Obra Pía para Pobres promovidas por el canónigo Juan Mier de Villar. Dos fundaciones que
                 absorbieron una parte muy significativa de sus ingresos, tal como expresamente señala en
                 su testamento. Pero que también dejaron profunda huella en la historia de Peñamellera, par-
                 ticularmente el templo de Alles, cuya construcción se encomendó a un maestro arquitecto
                 enviado desde Méjico por el fundador. Lo que explica la ornamentación de gusto americano
                 que presenta el templo. Obviamente ambas iniciativas favorecieron el desarrollo de la pa-
                 rroquia y de los vecinos, no sólo de Alles sino también de todo el concejo.










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