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Asturias, Covadonga y su entorno natural





                Cien años atrás Santa Eulalia de Abamia era todavía
                el templo parroquial de la comarca pero un siglo atrás
                fue clausurada tras ser sustituida como sede religiosa
                por una nueva Iglesia que bajo la misma advocación
                patronal se construyó abajo, en el valle, en Corao. La
                idea que propició el cambio fue facilitar al grueso de
                los fieles, muchos desperdigados por aldeas y case-
                ríos, el acceso a los cultos. Hacía ya mucho tiempo
                que el testimonio más valioso que albergaba, los res-
                tos del rey don Pelayo, de su esposa, Gaudiosa, y su
                hermana Ermesinda, habían sido trasladados a Cova-
                donga donde reposan, y la Iglesia de Abamia cayó en
                el olvido, e incluso en el desdén sobre su importancia
                histórica,  y el abandono.

                Pero  las  investigaciones  históricas  y  arqueológicas
                unidas a la persistencia de los vecinos de la comar-
                ca, que nunca dejaron de defender la tradición que
                habían heredado sobre el origen de la Iglesia, acaba-
                ron finalmente por conseguir el reconocimiento de su
                valor  monumental  (oficializado  en  1962)  y,  más  re-
                cientemente, una restauración exterior realizada con
                criterios muy polémicos, sobre todo por el cambio de
                la faz de sus muros,  pero al menos válida para evitar
                que la climatología acabase convirtiéndola en ruinas.
                En el interior, a donde la restauración aún apenas ha
                llegado, aún se conserva una losa con una espada es-
                culpida  que recuerda  que  allí estaba enterrado  don
                Pelayo  y  otra  autentificada    con  una  inscripción  en
                latín  --“Heic  iacet  Regina  Gaudiosa  uxor  Regi  Pela-
                gi”—donde yacía su esposa.

                En el entorno a la Iglesia, cuatro venerables tejos cen-
                tenarios ya dan al lugar una imagen de la solidez de
                un pasado digno de ser evocado con el mayor respeto
                histórico. A pocos metros, el antiguo cementerio pa-
                rroquial, en el que apenas se realizan los enterramien-
                tos de vecinos de las aldeas próximas  – el nuevo está
                medio  kilómetro  ladera  abajo  –,  ofrece  un  aspecto






                                               Detalles de la Iglesia.




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