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“La joven Arriondas es quizá, entre las capitales de los pequeños concejos

asturianos, la que más creció en los últimos tiempos.

Con la llegada del Ferrocarril en los primeros años del

S.XX

y la construcción

de la carretera N-634 en la segunda mitad del S.XIX, los enlaces a Colunga,

por el Fitu, con León por El Pontón, y la natural salida de Cangas de Onís,

Ponga, Amieva Cabrales y Onís, la convirtieron en un importante centro de

comunicaciones.

Aunque está rodeada de montañas, está asentada en un abierto valle que

para sí quisieran otras villas asturianas. Por un capricho de la naturaleza,

tiene buenas vistas a los Picos de Europa, macizo principal de la Cordillera

Cantábrica, así como del Picu Pienzu, techo de la Sierra del Sueve, lugares

emblemáticos asturianos de primer orden.

Confluyen aquí los ríos Sella, Piloña y Chicu, y en ello radica buena parte de

su riqueza y fama a la vez que de sus desdichas.

Capital salmonera de España, compartiendo con Ribadesella el Descenso

Internacional del Sella en piragua, y el creciente descenso en canoa, están

en el haber.

Arriondas, desde casi la nada, creció al borde de una carretera recién

construída, trazada como tal, y no pensada como avenida central de una

villa, como debería haber sido. La recta de Coviella, con un puente en la

zona del Barcu, cruza Arriondas como amplia avenida, y con no más que

dos pequeños quiebros a la izquierda sobrepasar el hospital, hubiese sido

lo ideal.”

José Antonio Llano Tirador