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por Cetín y El Sueve, y estructurado en torno al Sella y el Piloña, y
Ángel no fue una excepción, así lo certifican innumerables jornadas
de caza y montaña en compañía de tantos amigos integrantes de la
Parraguesa de Caza.
Se fue la materia (el hombre), pero queda con nosotros, para siempre,
un recuerdo imborrable de bonhomía, amistad, sencillez y buen hacer.
Así lo han querido acreditar la ingente cantidad de personas –familia,
amigos, conocidos, vecinos, compañeros– que le han brindado su
compañía en sus últimos pasos por Parres, en el postrero trance de
su vida.