Page 7 - Asturias, Covadonga y su entorno natural
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Viejas verdades
MONSEÑOR JOSÉ MANUEL ÁLVAREZ IGLESIAS
(Pepe el cura).
Como en los viejos tiempos, Covadonga nos hace vivir,
recordando viejas verdades que siguen nutriendo nuestro
espíritu, en estos tiempos de pesimismo y desesperanza.
El gran asturiano Fermín Canella, en su libro Covadonga, nos hace tomar conciencia para actualizar
nuestra mente y corazón, de la importancia que para Asturias y España tuvo la maravillosa entrada
de Covadonga en la vida e historia de España.
“¡Covadonga! Esa mágica voz evoca aurea página de la historia de España...y el nombre de Pelayo es
alentador, por ser el inmortal caudillo que desde aquel abrupto y venerando sitio recuperó Patria y
libertad hundido en el Lago de Janda o Guadalete”.
“Ninguno se acerca a la sagrada montaña asturiana - en medio de una naturaleza espléndida y de
belleza sin igual - sin afirmar o renovar en el fondo del alma conmovida aquellas grandes memorias
del siglo VIII, conoración y gratitud o admiración ante el altar de la Virgen del Auseva que presidió
el triunfo de los hijos de Asturias y Cantabria sobre las gentes del desierto”.
El triunfo de los astures y cántabros sobre los moros, gracias al gran Pelayo y la ayuda eficaz de la
Virgen de Covadonga, es vivido con más o menos conciencia histórica por los asturianos de hoy y por
los miles de turistas de todo el mundo que llegan a Covadonga, y quedan admirados de la increíble
belleza de la Santina en su cueva y de la sobrecogedora impresión del contacto y visión de los Picos
de Europa.
Los que hemos vivido la visita a Covadonga desde niños, siempre recordaremos la maravillosa hu-
manidad de los peregrinos, que unían sus momentos de oración y sacrificio, subiendo las duras y
empinadas escaleras, de rodillas o a pié, y gozando alegremente de la comida y el baile, con gaita y
tambor, en la plazuela de Covadonga.
Recordamos también a las mujeres que, con esperanza de futuros amores, bebían el agua cristalina
de la fuente al pie de la gruta. Hoy los medios de comunicación permiten acercarse a Covadonga y a
los Lagos a multitud de turistas que quedan impresionados de tanta belleza.
La Iglesia asturiana se enfrenta con esta realidad - lo mismo que el Gobierno del Principado - y
tendrá que poner imaginación para que, de manera siempre misteriosa, los peregrinos que pasen
por Covadonga y también los turistas descubran, entre tanta belleza, la presencia silenciosa de la
Santina, que señala un horizonte de paz, amor, libertad y justicia hacia el que deben tender todos los
que nos llamamos cristianos, como hicieron los astures en aquellos viejos tiempos. ■